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TIRANÍA DEL INMEDIATO
Otra vista de Hechos 1:8
por Steve Hawthorne

(El problema con no ver las necesidades más allá de tu propio país)
(El error de suponer que las necesidades más grandes están en tu país)
(El patrón bíblico para las misiones en el mundo actual)
(La confusión sobre las misiones transculturales)
(Un balance entre mitigar las necesidades locales y globales)


“¿Por qué te gustaría ir a Asia cuando hay tanta gente necesitada alrededor de aquí?” Así razonaba mi amigo inconverso mientras le explicaba que pronto iba a Tailandia para hacer trabajo de misiones. Ocurrió hace algunos años atrás, pero todavía me acuerdo de observar la expresión de preocupación que tenía en su rostro. Pensaba que me había presentado un punto importante.

Seguía hablando con un tono de voz de padre, él trataba de calmar lo que sentía que era el grado mayor de fanaticismo. Estaba tratando de razonar conmigo según mi nivel y ahorrarme años de una vida gastada en lo que él pensaba que era “la Legión Extranjera Cristiana.”

Me acuerdo de haber escuchado sus palabras con deslumbramiento. No era su actitud condescendiente que me molestaba. En verdad, lo que me molestaba era que recientemente yo había escuchado a un líder cristiano ofrecer casi el mismo argumento para convencer a la gente que se quedara en casa, por lo menos por un rato, hasta que el vecindario fuera evangelizado. Fue espantoso al pensar que tanta gente se había desanimado de perseguir el trabajo de misiones por causa de suponer que había necesidades más grandes en su país. Supongo que muchos se desvían por causa de la confusión. Algunos aún están convencidos de que el patrón bíblico dirige a la gente hacia los demás países sólo después de mitigar las necesidades de su propia comunidad. Su posición bíblica que fomenta esta confusión suele ser Hechos 1:8, donde Jesús dice a sus discípulos:

…serán mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, Samaria, y hasta lo último de la tierra.

Con frecuencia, Hechos 1:8 se malentiende cuando se lee como si siguiera las cuatro etapas. La idea es que estas cuatros etapas sirven de un esquema de prioridad para cualquier labor misionera. Suele salir que “primero en tu país— a las naciones más tarde.”

Las cuatro etapas son así: Primero, alcanza a “Jerusalén.” Eso quiere decir que la ciudad, vecindario o ciudad universitaria.

Cualquier cosa que sea local servirá.

En segundo lugar, alcanza a “Judea,” o se entiende a menudo que la ciudad, el país o gente de la misma cultura.

En tercero lugar, alcanza a “Samaria.” Se lee a menudo que Samaria es la cultura de forasteros o minoridades de etnias del otro lado del pueblo.

En cuarto lugar, alcanza “lo último de la tierra,” o se entiende que cualquier parte de fuera de los Estados Unidos de Norteamérica.

Esta interpretación “primero en tu país—a las naciones más tarde” de Hechos 1:8 no funciona por muchas razones. Hay una razón muy clara que debería impedirnos de usar este verso como una cobija principal para demorarnos y a otros de ir a otros países:

Jerusalén no era la casa de los discípulos ni de Jesús. De plano, la gente local los identificaba como galileos en el Pentecostés, tan solo por sus ascentos (Hechos 2:7, Mat. 26:73).

Jesús les dio instrucciones claras para que no salieran de Jerusalén, sino que esperaran (Hechos 1:4). Para este grupo de galileos, eso quería decir que “no se fueran a casa.” En cambio, tenían que quedar en Jerusalén, una situación misionera lejos de su tierra.

En segundo lugar, Jerusalén era y es única. No podemos pretender que nuestras comunidades tengan nada que ver con Jerusalén, la ciudad santa de Dios y el punto de eje para todos los encuentros de Dios tratando con su pueblo. Jesús dijo que Jerusalén era el centro geográfico del plan de Dios a través de las Escrituras y a través de las edades: “y que se predicara en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén” (Lucas 24:47).

Por fin, Hechos 1:8 no nos viene como un mandato o principio de prioridad. Simplemente, declara como los propósitos de Dios se lograrán a través de la historia. Nos podemos encontrar en este versículo, pero no estamos en Jerusalén y no estamos en el primer siglo. Ese lugar y tiempo especial en el plan de Dios ya ha pasado hace mucho. Ahora estamos en “lo último de la tierra.” “Lo último de la tierra” no se encuentra entre la distancia de Wheaton, Illinois hasta Atlanta, Georgia. Jesús está hablando de lugares muy lejos de Jerusalén. (De hecho, la distancia de los Estados Unidos a Jerusalén está más lejos que cualquier otro lugar de Africa o Asia.)

Es importante recalcar que cuando Jesús habló las palabras de Hechos 1:8 que él apenas había repasado para sus discípulos el plan entero de Dios para el mundo. Repasó por el Antiguo Testamento y adelante a través de la historia hasta el fin. Veía la extensión del reino de Dios y especificaba que tenía que comenzar desde Jerusalén (Lucas 24:44-47). A la luz de todo lo grandioso que Dios estaba haciendo para siempre y para todo el mundo, Jesús les mandó: “a través del Espíritu” (Hechos 1:2), para que hicieran lo más estratégico que en ese entonces sería lanzar el movimiento en Jerusalén.

Cristo nos guía de igual manera. Nos da el panorama grande de todo lo que Dios está haciendo. Tenemos cierta libertad en el gran plan de las edades para intentar a hacer lo que será más estratégico. Pero no nos deja con nuestra propia opinión de lo que es más importante. Tú y yo podemos esperar que Jesús nos dará guianza específica respecto a nuestra parte estratégica de la Gran Comisión exactamente de la misma manera: “a través del Espíritu Santo.”

La forma de Jesús para darnos mandatos nos puede salvar de dos extremos agonizantes. Si alguien está atrapado en mitigar las necesidades de su propio país cuando debería estar explorando formas para servir en otros países, está enfrentando lo que llamo “la tiranía del más inmediato.”

He aquí como funciona: Las necesidades cercanas tales como las de nuestra familia o iglesia local exigen tanto que estas necesidades inmediatas empiezan a moldear las prioridades que forman la vida. Ciertamente, las necesidades inmediatas son verdaderas y esforzándose para mitigarlas es enteramente legítimo. Pero demasiado a menudo, las heridas cercanas y necesidades opacan las más grandes que están a una distancia de un océano.

El otro extremo que paraliza es lo que llamo “la culpabilidad global.” Es una ansiedad incierta pero debilitante que te hace temer que no estás haciendo lo suficiente o que deberías estar viviendo en algún lugar peligroso y terrible en otro país. Los cristianos mundiales a veces caen presos a la “culpabilidad global” porque tienden a estar conscientes de la necesidad asombrosa. Cuando andan sin guianza específica, estas personas que sufren de la “culpabilidad global” no pueden creer que están sufriendo lo suficiente de dificultades para agradarle a Dios. Es ridículo, por supuesto, considerar que un papel más duro o estratégico dentro de la obra de Dios nos haría más agradable a Dios. Sin embargo, los cristianos han llegado a creer cosas más extrañas. En cualquier caso, “la culpabilidad global” es una garantía para el desaliento al nivel del corazón.

Hay una manera de mantener un balance de los dos extremos de estar atrapado en solamente ver las necesidades locales y de sentirse culpable con compulsión de aquellos que están lejos. Necesitamos estar conscientes de los propósitos más grandes de Dios y de un panorama más grande de las necesidades cercanas y lejanas, mientras nos esforzamos en la oración para que podamos oír mejor los mandamientos específicos de Jesús para nosotros “a través del Espíritu Santo.” A la luz de la voluntad de Dios para el mundo entero, podemos sentir mejor cual es la voluntad de Dios para nosotros.

Vencer la “Tiranía del más inmediato”

Por supuesto, hay necesidades grandes alrededor de ti. ¿Qué comunidad ha sido tan saturada con la bondad del evangelio que todos los obreros cristianos ya no tenían nada que hacer? Siempre parece que hay más cosas que hacer, pero no puedes asumir que eres la persona para el trabajo. He aquí algunas maneras para vencer la “tiranía del inmediato”:

Inventario de necesidades cercanas. ¿Qué tan extensos son los problemas y las oportunidades? Hay algo que es por cierto: son infinitos. Expulsa el mito de la necesidad infinita juntamente con la noción tonta que estás solo al servir a Dios. Toma un inventario de todo lo que Dios está haciendo localmente. Podrías estar sorprendido al descubrir que Dios está haciendo más de lo que se reconocía.

Mantente informado sobre las realidades globales. En verdad, no hay duda de que las necesidades en otros países son casi siempre más grandes en otros países. Procura ver cualquier necesidad que estás mitigando en la comunidad a la luz de un equivalente de otro país. Un niño que está en soledad en Chicago está emparejado por multitudes en Cairo. Un estudiante confundido en Denver tiene a muchos iguales que él en Singapur. Un vecindario pobre cerca de Boston parece limpio y brillante a comparación de los barrios de Calcuta.

Mobiliza a otros. Es la mejor manera salir de la “tiranía del inmediato.” Al reclutar a otros para ayudarte a alcanzar tu propia comunidad, estás tomando la perspectiva correcta de tu contribución: eres un servidor entre muchos. No eres el primero ni el único.

Escapa de “la culpabilidad global”

¿Cómo se escapa de “la culpabilidad”? Reestablecer tu identidad espiritual en el amor de Cristo. “Conservaos en el amor de Dios” (Judas 21) es una palabra buena para aquellos que sufren de la decepción cruel de que el ministerio de tiempo completo es la única manera verdadera para agradarle a Dios – y que de alguna forma uno recibe crédito extra de Dios por hacer cosas en otros países.

Podrías decir quizás que algunos de nosotros son más “necesitados” que “obedientes.” “Necesitados” son las personas que llevan mucho el peso del mundo, pensando que tienen que ser exigentes con ellas mismas para mitigar las necesidades cercanas y distantes. Sus vidas están fácilmente distorsionadas con la compulsión de hacer muchas actividades.

Los cristianos que están orientados para obedecer al Dios que sirven en lugar de mitigar todas las necesidades que ven también pueden trabajar duro. A menudo trabajan con gran sacrificio, pero en respuesta a las órdenes de Cristo. Suelen reportar que es un gozo hacer el trabajo. Piensa en la parte que contribuyes como un gran regalo de Dios. No desenvuelvas el regalo de otra persona.

Haz sólo lo que Dios te da. Me encanta lo que dijeron los ángeles: “Galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como lo habéis visto ir al cielo” (Hechos 1:11).

Pensarías que una declaración como esa los hubiera hecho parar ahí mirando a las estrellas toda la noche, pero no lo hicieron.

Empezaron a actuar.

Es de eso que se trata el resto del libro de Hechos – motivándose a la acción. La palabra que se dio respecto al regreso de Jesús los motivó ya que sabían que tenían un papel que tomar en el gran plan de Dios para el mundo entero.

Tenían el siguiente paso muy claro en la mente. Probablemente, no entendían mucho de lo que quería decir Jesús sobre “lo último de la tierra,” pero volvieron a la ciudad con valor en vez de irse a casa. Y el mundo nunca fue igual.

 

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